DOSSIER 8 << LAS LESIONES VERTEBRALES: SUS 4 FASES >>

05.05.2014 17:53

Interesante  artículo del osteópata Eutiquiano Endje.

La vida es un proceso continuo de altos y bajos personales, profesionales, emocionales y por supuesto físicos. Todos nosotros en algún momento de nuestra existencia hemos tenido, directa o indirectamente, que enfrentarnos a este proceso continuo de aprendizaje que es vivir y que la mayoría de las veces se plasma o se cristaliza en nuestro cuerpo, especialmente  en esta estructura anatómica ósea que constituye el eje de nuestra personalidad: la columna vertebral.

Recuperarnos, sanarnos de un malestar o una lesión de este eje vertebral es un largo ejercicio que requiere paciencia. Es preciso subir uno a uno los escalones de la salud que hemos ido bajando; detenernos en los rellanos; tomar un poco de aliento y comenzar de nuevo al ritmo que la fisiología y la sabiduría de nuestro cuerpo “dulcemente” nos impone. Un hueso tarda tres meses en consolidarse y diez años para restablecerse enteramente. Un ligamento tarda cinco semanas en cicatrizar y una columna puede requerir, según qué casos, meses o años para ser enderezada.

La evolución de los trastornos músculo-esqueléticos relacionados con la columna vertebral, excepto en accidentes graves, la mayoría de las veces suele instalarse de manera progresiva. Se empieza por un simple malestar local banal, una simple “contractura” que si no se trata eficazmente, se convierte en una lesión crónica de tejidos blandos, reversible al principio y con el paso del tiempo en un bloqueo articular vertebral, a veces irreversible.

La enfermedad evoluciona en etapas o fases, la cuestión es que algo relativamente benigno, como un malestar sin importancia en alguna zona de la columna vertebral, puede producir en un principio, un trastorno energético, después un trastorno funcional, para pasar más tarde a una lesión irreversible, sobre todo si nuestro sistema inmunológico es débil o estamos pasando por una etapa emocionalmente difícil, aparte de recibir un tratamiento ineficaz o inexistente.

Recibir un tratamiento Osteopático eficaz y preventivo es la base para detener el proceso de la lesión vertebral y volver a encontrar el equilibrio natural de este eje raquídeo.

De lo contrario, cuando el malestar se ha vuelto irreversible, tan sólo queda que el tratamiento Osteopático alivie temporalmente o retrase el proceso degenerativo, aquí es cuando en última instancia se impone la cirugía. A continuación expondré lo más breve posible las cuatro fases fundamentales, a mi juicio, que determinan la salud de la columna.

Primera Fase:

El trastorno energético, suele ser el más frecuente, pero difícil de reconocer. Las causas pueden ser internas: trastornos dietéticos y en especial del aparato digestivo derivadas de tensiones emocionales o psíquicas (depresiones, excitaciones , fatiga intelectual…) que pueden dar lugar a malestares en un órgano produciendo un dolor proyectado a nivel vertebral. Por ejemplo algunos trastornos hepáticos se reflejan a nivel dorsal, concretamente en la vertebral dorsal numero 8 (D8) a la derecha, una hernia de hiato puede tener reflejo en D7 así como trastornos digestivos.

También tenemos causas externas, es decir meteorológicas, corrientes de aire, frio, calor, humedad, perturbaciones electromagnéticas, contaminación, posturas incorrectas en el trabajo, falsos movimiento, estrés…, etc.

Estas causas van a crear un bloqueo de la circulación sanguínea que es la principal fuente energética del cuerpo, junto con el sistema nervioso.

Lo normal es que nuestro organismo sea capaz de autocurarse ante un mínimo bloqueo energético y desencadenar la homeostasis (equilibrio interno) que dará lugar a un aumento de riego sanguíneo local, mejorando así la función de la zona vertebral afectada, por ejemplo: una torticolis que remite al final del día.

Pero como señalé anteriormente, si nos encontramos emocionalmente “bajos” esto se complica y el organismo corre el riesgo de no recuperarse solo. Y si no hacemos un tratamiento  global, atendiendo no sólo a lo físico si no también al origen emocional del trastorno, se corre el riesgo de evolucionar hacia una lesión funcional y después hacia una lesión seria.

Para este tipo de trastornos energéticos los tratamientos aconsejables serían: descanso en caso de fatiga por exceso de actividad, calor para el enfriamiento y la humedad, desbloqueo Osteopático de las zonas vertebrales implicadas y tonificación o sedación con fitoterapia de los órganos implicados (hígado, riñones…, etc.).

Segunda Fase:

El trastorno funcional . Este tipo de disfunciones constituyen el 70% de las disfunciones de la columna vertebral y con demasiada frecuencia sólo se tratan sintomáticamente.

Normalmente aparecen como consecuencia de una causa mecánica, es decir, un falso movimiento, de un esfuerzo repentino o un traumatismo que causa un bloqueo vertebral o un esguince en una o varias articulaciones distales, es decir lejanas de la columna, esto ocurre en los accidentes de circulación y deportivos sin fractura ni luxación, por ejemplo el latigazo cervical o  el esguince de tobillo. Este último, en especial cuando es recidivante (repetitivo), puede afectar al equilibrio de la pelvis y más tarde originar alteraciones de la columna lumbar, por ejemplo lumbalgias o ciáticas por contracciones espasmódicas del músculo piramidal de la pelvis.

Este tipo de trastornos funcionales se caracteriza porque las articulaciones pierden su movilidad, los músculos que sujetan la columna se retraen y los ligamentos intervertebrales se vuelven dolorosos a la palpación. Los dolores se instalan progresivamente y el trastorno en un principio energético se convierte en funcional.

En cuanto a tratamiento, la impotencia funcional y el dolor no deben intentar remitirse con antiinflamatorios y antiálgicos ya que esto cronificará la alteración, dando lugar a la siguiente fase, es decir la transformación en una lesión más profunda.

Se hace necesario, pues, un chequeo Osteopático, Estiramientos Globales Posturales  y estancias temporales en balnearios de aguas termales.

Tercera Fase:

Los trastornos de lesiones reversibles. Estas lesiones cursan o bien de forma traumática (accidente, caída, esfuerzo violento) o progresivamente (artrosis, artritis…) hasta llegar a afectar a toda la estructura de la columna vertebral.

Los discos intervetebrales suelen estar compuestos por el 80% de agua, estas lesiones tienden hacia una progresiva deshidratación de estos lo que crea lesiones por compresión, es decir: acuñamientos o aplastamientos y hernias discales súbitas de origen traumático como señalé anteriormente .

Las fisuras discales, que a la larga se convierten en protrusiones, entran dentro de estos tipos de trastornos reversibles.

Los esguinces, ya bien simples o graves, también se manifiestan en esta fase.

Los desequilibrios posturales favorecen la erosión de los cartílagos, con la consiguiente aparición precoz de la artrosis.

La musculatura de la espalda sufre acortamientos crónicos y se producen lo que se llama compensaciones posturales, por ejemplo: un hombro más alto que otro. Es un esfuerzo que hace el cuerpo en busca de soluciones para la reversibilidad de las lesiones vertebrales, aunque sea incorrecto.

En esta fase el deterioro de los cartílagos suele ser notable, debido al desequilibrio postural de la columna que afectara de manera notable a las rodillas, dando lugar a condropatías: condromalacias, reblandecimientos del cartílago rotuliano.

En cuanto al hueso, a veces, puede producirse fracturas de las apófisis vertebrales, es decir los relieves óseos que podemos palpar a lo largo de la columna. Estas fracturas no tienen peligro la médula espinal si se consolidan sin complicaciones.

El tratamiento en esta fase se requiere de una actuación conjunta: Osteopatía, Podología, Reeducación Postural y Naturopatía.

En una ocasión tuve un paciente que con un cambio drástico en su dieta, Reeducación Postural y un tratamiento a largo plazo de Osteopatía pudo hacer reversible un problema de osteoporosis.

Cuarta Fase:

Los trastornos de las lesiones irreversibles. Esta es una de las fases a la que se llega si no empezamos a hacer tratamientos preventivos y dejamos a la “suerte” y a determinados profesionales la gestión completa o total de nuestra salud. Es decir, no nos hacemos responsables de ella. Se trata de patologías en las que hay un cambio profundo de los tejidos blandos (músculos, ligamentos, fascias, cartílagos, cápsulas sinoviales) que con el tiempo da lugar a modificaciones definitivas en la homeostasis (equilibrio interno) del cuerpo y por ende de la columna vertebral.

Las causas pueden ser varias: retracciones de cicatrices quirúrgicas, compresiones vertebrales a causa de la osteoporosis, complicaciones debido a desajustes vertebrales que no fueron tratados en la fase reversible, traumatismo grave que provoca una comprensión nerviosa acompañada de parálisis en ambas piernas, estrechamiento del canal medular por accidente, deformaciones óseas importantes, por ejemplo Pagett.

Eutiquiano Endje
Osteopata, Terapueta Craneosacral, Reeducacion Postural

(Artículo extraído de la Revista Universo Holístico)